martes, 5 de noviembre de 2019

LA TRADICIÓN DE ROBAR - AQUÍ


César Hildebrandt escribió sobre la lamentable realidad e historia del Perú tras la detención de Alejandro Toledo en Estados Unidos, en su artículo titulado “La tradición de robar” y dice: “Lo pudo todo. Superó barreras, prejuicios, desayunos de pan y té, las diversas tentaciones depresivas de la miseria, y un día inverosímil ganado a punta de ruegos y empeño se fue a Stanford a estudiar. Conoció a Eliane, una judía pelirroja y brillante, y también pudo con ella. Podría, muchos años más tarde, con la presidencia. Pero no podría con la tradición. La tradición en el Perú, con raras excepciones, es que los mandatarios se aprovechen, calculen como zorros las presas de la obra pública susceptibles de un mordisco, asalten diligencias, exijan diezmos, ocupen residencias inexplicables.”
Reflexionando sobre lo escrito por César Hildebrandt, advertimos que no somos ajenos a la realidad histórica de la “tradición de robar”. Aquí en el distrito donde está imponente el balcón del primer grito de independencia; en el que alberga a Vichama; en el que brilla el eterno sol; en el que la campiña hermosa va languideciendo; en el que alberga a las Huacas; en el que se degusta el charquicán; hasta en la ciudad capital de la hospitalidad; en la provincia de estas y otras maravillas; en la región de 9 provincias que -según la letra de su himno- dice que es la de “riquezas que no tienen igual”. Sí, en cada uno de estos espacios, también tenemos ex autoridades, gobernantes, y otros que quieren serlo –, salvo algunas excepciones, en medio de denuncias, procesos judiciales y acusaciones de la población- quienes han sido protagonistas contagiados de esa “tradición de robar” de la que habla Hildebrandt.
Varios de eso nombres que desfilan por la mente, sin derecho a mencionarlos, son referentes de que aquí en nuestra tierra tenemos historias semejantes a la de Alejandro Toledo. Historias de personajes que llegaron al poder, repitiendo que iban a trabajar por el pueblo y al llegar al cargo olvidaban ese compromiso. Y lo olvidaban, seducidos quizá, por esa “tradición de robar”, que además se traduce en favoritismos, impunidades, tráfico de influencias, malversación, nepotismo, y otras figuras legales de infringir la ley que se han generado en cada gestión municipal y regional.
Ahora que estamos frente a una campaña rumbo al congreso 2020, aparecen nombres, en su mayoría, de ex candidatos al gobierno regional de lima en el 2018. Hombres y mujeres que ya empiezan con la misma cantaleta de siempre: que van a solucionar los problemas de la gente; que van a acercar el gobierno al pueblo; que van a gestionar o coordinar para agilizar obras; que van a apoyar a la gente necesitada; que van a representar mejor - y seguramente a buscar y utilizar casos sociales para lavar su imagen-; que se jactan de decir la verdad, que dicen ser empresarios exitosos; ser líderes de opinión; buenos ex gobernadores; buenos ex alcaldes; buenos ex directores regionales; buenos ex consejeros; y así sucesivamente, aunque -estoy seguro- más disfrutarían utilizando el termino de “excelentes” para satisfacer a su ego y su egolatría.
Todo eso dicen, cuando solo deberían mostrar, demostrar y convencer que quieren ir al congreso sabiendo legislar y fiscalizar, que conocen las normas o de leyes en lo mínimo, al menos. Cómo harán eso, si aquí solo han sido y son parte de sistemas de impunidad, aprovechamiento y desgobierno.
Deberían presentar desde ya propuestas de proyectos de ley y explicar el impacto positivo para el país, para las mayorías rezagadas y también para nuestra región y provincia. Que nos digan qué saben para ser verdaderos congresistas y asegurar que cuando lleguen al cargo sus palabras y ofrecimientos no se convierta en vil mentira. Solo en un floro barato de alguien que teniendo el poder caiga en lo que nosotros hemos titulado -emulando a Hildebrandt y aumentando un adverbio- “la tradición de robar aquí”.


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